San Juan y Boedo antiguo, y todo el cielo...". Los versos inmortales de Homero Manzi en Sur no son un secreto del tango argentino para buena parte de los extranjeros que, cada vez más, sienten pasión por la Capital argentina. Y tampoco lo serán ahora los nombres del propio Manzi o el de Roberto Arlt, ni varios puntos y calles estratégicas de Boedo, que acaban de ser homenajeadas, a la vez que redescubiertas, en un artículo del diario estadounidense The New York Times, con recomendación a sus lectores para internarse y descubrir el tradicional arrabal porteño.
"Renacimiento de un barrio bohemio", titula el matutino neoyorquino la nota del periodista Ian Mount en su sección viajes, que pondera los teatros under, los restoranes de perfil oculto y los bares vanguardistas de la barriada. Y, tras recordar que el vecindario creció a la sombra de su "famoso estadio de fútbol (por el de San Lorenzo) convertido en un supermercado Carrefour", destaca algunos lugares que han germinado entre sus "centenarias casas chorizo".
Pan y Arte, el restorán criollo de la mendocina familia Marín en Boedo al 800, sale primero. Luego, la recorrida abarca Timbre 4, la iniciativa teatral de Claudio Tolcachir y su obra La omisión de la familia Coleman, que supo atraer al omnipresente Francis Ford Coppola hasta el 600 de la misma avenida, y de allí salta enfrente al Café Margot, en la esquina con Carlos Calvo, y al Museo de la Piedad, en los altos del Banco Ciudad, para terminar en pub Cossab de Carlos Calvo al 4000 y el Klub Killer, en Castro Barros al 800. No faltará, por cierto, un mención a la disquería tanguera Almacén Porteño, en la galería de la esquina sagrada de San Juan y Boedo, ni a los ceviches vegetarianos del restorán puertas adentro Kensho (www.kensho.com.ar).
La mirada del periodista Mount rescata el costado bohemio del barrio emparentándolo con Palermo y San Telmo, un acierto de perfil pese a la inexactitud histórica. Es que para las páginas de turismo de The New York Times, como también para la de otros medios especializados, Buenos Aires ya es una ciudad que resulta familiar, dueña de un abanico de ofertas que no concluye en los circuitos tradicionales ni en la calle Caminito. Se trata de encontrar los encantos menos conocidos, esos que los mismos porteños vamos redescubriendo día a día.
extraido de la edición digital de el diario Clarin www.clarin.com